Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Una palabra elegante. Zuleima Montesdeoca. Gran Canaria

Intentaba dormir porque sentía un gran cansancio que se apoderaba de mi completamente. Necesitaba sumergirme en el maravilloso mundo de los sueños y dejar de pensar por unas horas en lo que me había pasado , no haría ni dos días. Quién me iba a decir a mi que con tan solo pensar en el ejercicio que mi profesor me había mandado para la asignatura de lengua, iba a pasarme lo que me pasó.

El profesor nos había mandado a escribir un texto extraño pero a la vez interesante. Quería que en él apareciera la frase  "Una palabra elegante" y que hubiera una palabra elegante en ese texto.¿Pretendía jugar con nuestras mentes? Me digné a hacerlo, sin imaginación alguna por supuesto. No me centraba mucho, pensaba en que tenía hambre, que tenía ganas de salir con mis amigos y hasta tenía ganas de estudiar con tal de no hacer aquel texto. Tras pensar y pensar , se me ocurrió de que hacerlo y me centré en pensar en una palabra elegante para éste. Miré a la pared, pensativa, y de repente en ella apareció escrita la palabra "Refulgente", me sobresalté, cerré los ojos y cuando los volví a abrir ya no estaba. 

No se si lo que vi fue causa del cansancio, pero acabé utilizando esa palabra para el texto y el profesor me felicitó porque le había resultado un texto muy imaginativo.

``una palabra elegante´´

una palabra elegante, sí, esa que no mucha gente dice o suele decir, que parece que les cuesta decir. Simplemente lo adecuado sería hablar siempre con palabras elegantes

Sara Nuez. texto oraciones simples-> oraciones subordinadas.

Bailar en cualquier lugar. Bailar en verbenas, bailar en fiestas, bailar en carnavales de mi ciudad. Mi vida consistía en el baile, mi vida se movía por ello. Cualquier música era bailada en cualquier sitio y momento _.Confiaba en que me hicieran olvidar todos los malos momentos. Esos momentos que nunca se olvidarán. Estar en tu casa sola o acompañada y empezar a bailar con o sin música. Mi vida iba dirigida al baile. Muy dirigida. Un día me encontré extraña. Fui al médico. Estaba mal. Estaba muy obsesionada _ , decía. Caí enferma. Todo cayó en picado. Todo para el baile, para decirle adiós. Nunca volví a bailar. Mi vida perdió el sentido. Poco a poco me recuperé. Pude volver al baile. No tan a menudo como antes.

 

 

Bailar en cualquier lugar. Bailar en verbenas, bailar en fiestas e incluso bailar en carnavales de mi ciudad. Mi vida consistía en el baile, mi vida se movía por ello. Cualquier música era bailada en cualquier sitio y momento por todos los que estábamos allí. Confiaba en olvidar todos los malos momentos. Esos momentos que nunca se olvidarán. Estar en tu casa sola o acompañada y empezar a bailar con o sin música.  Mi vida iba dirigida al baile. Tanto lo estaba que un día me encontré extraña. Fui al médico, me dijo que estaba mal. Todo era por tanta obsesión que le tenía. Caí enferma, y todo cayó en picado, nunca pude volver a bailar. Todo por el baile, para despedirme de él. Nunca pude volver a practicarlo y mi vida perdió el sentido. Poco a poco me recuperé y pude volver al baile, aunque no tan a menudo como lo hacía antes.

 

Complemento agente.         Complemento de régimen.        

Complemento directo.        Complemento indirecto.

 

 

 


Una palabra elegante. Carlos Acosta Suárez. Gran Canaria.

Sé que piensas que soy un buen tipo, alguien cuya compañía es deseable. Piensas que soy un caballero por bajarme de la acera cuando me cruzo con una persona mayor, o porque siempre estoy dispuesto a prestar mi ayuda en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia. Tienes la noción de que no importa lo horrible que sea o el daño que me pueda infligir una acción me resulte insufrible, soy incapaz de negarle el perdón al más detestable de los seres; y, efectivamente, no estás equivocada. Crees no hay en este pueblo vulgar y ordinario nadie más elegante y refinado que yo, pues comparas mis modales, a tu parecer exquisitos, con los que ha de tener un Lord inglés. 
Sé que piensas todo esto de mí y que pones todo tu esfuerzo en encontrar una palabra digna de representar mis cualidades. Aún así, debido a que en esta vida te has visto privada de educación, "simpático" es la palabra más precisa que has podido hallar, pero no te preocupes, no es culpa tuya. Tanto me has conmovido, que voy a proporcionarte un término más elegante que el que utilizas. A partir de este momento podrás decir que mis formas de ser y comportarme hacen de mí una persona estimable.

Ese extraño vecino del quinto. Carlos Acosta Suárez. Gran Canaria.

Había ido a ver a mi médico, quien da la casualidad que es el sobrino de una amiga mía. Yo, a mi edad, me conservo bastante bien, y eso lo sé yo perfectamente sin necesidad de que nadie me lo diga. Verdad es también que, aunque todavía gozo de buen aspecto, el tiempo pasa factura a todos y cada uno de nosotros, y yo, desafortunadamente, no soy una excepción. Sin embargo, no pienso dejar que un par de arrugas me impidan seguir dando guerra. Es por eso que de vez en cuando me invento alguna tos o un pequeño constipado para poder ir a ver al doctor... Creo que no es necesario que explique por qué.
Prosigamos, después de la revisión, me quedé un ratito (como ya era habitual) dándole un poco de conversación. El doctor es un joven de pocas palabras, así que a veces tengo que ingeniármelas para conseguir arrancarle algunas pocas frases. En aquella ocasión, decidí hablarle de mi vecino, pues a mi parecer que el pobre no anda muy cuerdo, para saber si tenía él alguna respuesta para lo que le iba a contar. Procedí a exponerle la situación: 
-Verá usted, doctor. Yo vivo en el cuarto piso de mi edificio, justo debajo del ático, en el que vive el vecino del que le voy a hablar. Él es un hombre de unos cuarenta y pocos años, aunque no lo sé exactamente porque aún no se me ha presentado la ocasión de preguntarle. Suele pasar la mayor parte del día fuera y no llega hasta bien entrada la noche. A veces miro por la mirilla y le veo subir las escaleras hasta su casa acompañado de chicas jóvenes, que según él dice, unas son familiares y otras compañeras de trabajo. Pero mire usted, yo ni sé a qué se dedica ni le creo de ninguna forma. 
Los días que se queda en casa, sigue de marcha, es decir, pone la música tan alta, que puedo oírla desde mi casa. También oigo rítmicas pisadas que retumban en mi techo... ¡Yo creo que baila, doctor! Esto, o no es normal o es una rara costumbre de su país natal. Sí, doctor, es extranjero.
Personalmente, me gustaría intentar ayudarle. Quiero ir a visitarle un día de estos, pero no me atrevo. Me aterra su terrible enfermedad, o sea, que intente hacerme daño.
-Señora, ya sé lo que le ocurre a su vecino.
-¿Y de qué se trata, doctor?-pregunté, invadida por la curiosidad.
Él se limitó a mirarme con indiferencia y respondió con simpleza:
-Su vecino es feliz.

Oraciones Coordinadas Copulativas
Oraciones Coordinadas Disyuntivas
Oraciones Coordinadas Adversativas
Oraciones Coordinadas Explicativas