El viaje de María.
Era medianoche y María todavía no conciliaba el sueño, porque estaba nerviosa, le quedaban pocas horas para ir con su madre a la casa de los abuelos en Asturias.
La niña estaba tan entusiasmada, no dejaba de pensar en lo bien que se lo iba a pasar y la cantidad de cosas que iba hacer durante todo el fin de semana, que en medio de tanto pensamiento, cayó en un profundo sueño…
Tras varias horas de viaje por fin María y su madre llegaron a casa de los abuelos donde estos las esperaban con el almuerzo preparado, era un delicioso plato de canelones. María llegó un poco mareada del viaje y su madre le preparó un plato ligero para comer.
Después de comer, sus abuelos tenían preparada una caminada por las montañas, como la pequeña seguía indispuesta, decidió no ir y se quedó viendo la televisión.
De pronto escuchó un ruido en el sótano, bajo las escaleras y miró por el hueco de la puerta, el sótano era un autentico laboratorio y en el habían dos pequeños científicos preparando algún tipo de poción. De repente, María vio como los abuelos entraban por la puerta de atrás, que comunicaba con el sótano y metían en una jaula a una muñeca parlanchina. Cuando los abuelos se marcharon María decidió bajar al sótano, allí los dos científicos le contaron a la pequeña que los abuelos los obligaban a crear pociones para ponerlas en los canelones y convertir a todos aquellas personas que se los comían en muñecos.
María miró hacia la muñeca y preguntó:
- ¿Tú quién eres?
- Soy yo María, respondió la muñeca.
En ese momento la pequeña, se dio cuenta que aquella muñeca era su madre, y le pidió ayuda a los científicos.
- ¿Qué puedo hacer?, pregunto María.
- Debes ir al lago que se encuentra cruzando el bosque, allí encontraras al Mago de Bronce, debes conseguir un pelo de su cabellera, y con el podremos hacer una poción que devolverá a los muñecos a su forma real.
La niña salió corriendo hacia el bosque y siguiendo las indicaciones de los científicos llego al lago. Allí estaba el Mago. María le contó lo que pasaba en casa de sus abuelos y para que necesitara su pelo este accedió a ayudarla. Al regresar a la casa María fue descubierta por los abuelos, y mientras la intentaban meter en una jaula, la niña gritaba al mismo tiempo que se escuchaba una voz diciendo:
- María, despiértate que nos tenemos que ir a ver a los abuelos.
La niña sobresaltada despertó y se dio cuenta de que todo había sido un sueño, suspiró y aliviada cogió sus maletas y emprendió el viaje para ver a los abuelos.
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