Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

ASI SURGIO. Elisabet Santana Sosa.

El 2 de octubre de 2010 23:04, elisabet santana sosa <ely.ss87@gmail.com> escribió:
Así surgió
Esta historia que voy a contar trata sobre un sentimiento que todos hemos sentido alguna vez. El más maravilloso sentimiento. ¡Sí! Les hablo del amor.

            Todo empezó una tarde de verano, en una  fiesta de cumpleaños, en la casa más lujosa de la calle Prado. La faena estaba preparada para la más pequeña de la familia y no faltaba detalle. Música, decorado, piñata, familia, amigos, una tarta más grande que la pequeña Sofí… y lo más esperado, la función del  payaso, algo que se le ocurrió a papá para este año. Siempre algo nuevo, que supera el anterior cumpleaños.

Isaac, que así se llamaba el payaso, había conseguido ese trabajo porque sustituyó al  verdadero nariz roja, un amigo suyo que se puso enfermo. Así que era su primer trabajo como animador de fiestas y la verdad no se le daba nada mal, a juzgar por las caras y carcajadas de los niños y algún que otro padre.

Todo iba viento en popa, pero de pronto Isaac se quedó sin chistes, sin equilibrio, sin habilidad para los malabares, todo esto al ver bajar por las escaleras, hacia el jardín y junto a su hermana, a la más bella chica que jamás habían visto sus ojos.
Se quedó mudo, era un ser inanimado, una estatua, un recorte de cartón. Parecía estar todo en silencio. Y lo estaba, porque ya nadie reía con  las payasadas del chico. Anne, esa de belleza singular, miró a Isaac y vio bajo el kilo de maquillaje, la peluca, la nariz y la vestimenta cinco tallas más grandes, a un interesante chico, que atrajo su atención.

Era un momento maravilloso de adulaciones, pensamientos y sentimientos recíprocos entre los chicos. Parecían estar solos en un lugar desierto, en silencio, sin nada que ver más allá de los ojos del otro… ¡PLAS, PLAS, PLAS! Isaac despertó del sueño.

Los niños había forjado un batalla de huevos contra él, lo abucheaban, ¡fuera, fuera! El joven, abobado y con la cara tan roja de vergüenza que no se le distinguía ya la nariz de payaso, más al ver a Anne compartir las carcajadas con la muchedumbre, se fue cabizbajo al cuarto de invitados a cambiarse, dio por acabado su trabajo. Mientras pensaba lo peor de él mismo, se lamentaba y se moría de la vergüenza, oyó que llamaban a la puerta. Era Anne, venía a disculparse ofreciéndose llevar a Isaac a casa.

En el trayecto reinó el silencio, hasta llegar a casa del muchacho. Los nervios de los chicos hacían incómodo el momento, pese a ello ninguno quería despedirse. No dejaban de mirarse… y por fin un beso rompió el hielo. Qué momento más maravilloso.
Después de ese contacto tan esperado por los dos jóvenes, Isaac sacó de la mochila un regalo y dijo: - era para la pequeña, con la vergüenza que me produjo el abucheo, - rió,  – no  me atreví a dárselo.
-¿Qué es? – preguntó curiosa Anne. - ¿Puedo verlo?
- Es una tontería. Dijo Isaac.
Anne abrió el regalo. Eran muñecos, de los tres cerditos, del famoso cuento.
- ¡Oh, qué bonito! Seguro que le encantarán – dijo la chica.
- ¿Tú crees?, podríamos quedar mañana y me cuentas si le ha gustado o no mi regalo, ¿Qué te parece? – pregunto Isaac.
- Me encantaría – respondió ella.  

Desde esa noche cualquier excusa fue buena para verse día tras día y que  su amor fuera creciendo con el tiempo.


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