Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Minutero. Danilo Ruiz López.

Erase una vez, y sólo una, un perro llamado Minutero. Nació en una familia de relojeros: su abuelo cuidaba el gran reloj de Perrolandia, su padre tenía una relojería y su tía vendía piezas sueltas para relojes. Como era de esperar, Minutero aprendió muy rápido este oficio y se enamoró completamente de él.
El día de su séptimo cumpleaños, su abuelo le regaló dos relojes, uno blanco y el otro negro, y le dijo a Minutero: "debes usarlos muy bien, pues no son como los que tú conoces". Minutero, intrigado por las palabras de su sabio abuelo, se fue a su cuarto con los regalos.
Después de observar y estudiar los relojes con detenimiento, seguía sin saber que tenían de especial. Cuando miró a su despertador se percató de que el reloj blanco estaba atrasado y el negro adelantado. Esto le hizo pensar mucho, ya que en su familia era más importante tener los relojes en hora que salir vestido a la calle. Intentó ajustar el reloj blanco y al mover la ruedita se oscureció todo y escuchó cómo cambian los muebles de su habitación. Corriendo, se levantó buscando la puerta, y al salir del cuarto, se encontró en un gran edificio muy viejo, con un pasillo lleno de puertas numeradas. Entró en una que tenía escrito "1992". Al llegar al interior del cuarto notó como su ropa se hacía más y más grande, y él más pequeño. Apareció de nuevo en su habitación, pero esta vez había una cuna y juguetes de bebé. Fue entonces cuando descubrió que el reloj blanco era una máquina del tiempo que lo llevaba al pasado. Sacó el reloj negro de su bolsillo y lo intentó ajustar. Volvió a sentir lo mismo que antes, pero ahora, llegó a un edificio moderno, con escaleras mecánicas y un reloj digital al fondo del pasillo. Esta vez entró en el cuarto "1997", sus ropas volvieron a ser normales y regresó a su habitación el día de su cumpleaños. Después de estar una hora mordiéndose el rabo para estar seguro de que no era un sueño, fue a buscar a su abuelo para darle las gracias por tan magnífico regalo.

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