Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

El sentido de la vida. Mercedes Mengíbar Fernández


                                EL SENTIDO DE LA VIDA

             Después de una larga vida de éxitos (y de algunos pocos fracasos, todo hay que decirlo), Michael Douglas se encontraba cansado de todo, viejo, arrugado…, pero sobre todo, aburrido. Había tenido una vida llena de todas las cosas materiales que se pueden desear, una carrera de éxito, muchas mujeres…Y ahora se encontraba en una enorme y preciosa mansión con la única compañía de dos sirvientas, un ama de llaves, un cocinero y un jardinero.
            
             Con todos estos pensamientos en la cabeza, Michael comenzó a conciliar el sueño en su magnífica alcoba blanca de la quinta planta. Entonces empezó a tener un sueño. En él aparecía una madre búfalo con su pequeña cría. Era la imagen más bonita que Michael había visto en su vida. Lo más curioso de todo era que en su sueño sólo veía esta tierna imagen de dos búfalos pastando, y tan sólo con ésto se sintió más en paz consigo mismo que nunca en su vida. Cuando abrió los ojos recordó su sueño al instante y entonces lo tuvo claro: "me iré de expedición a África", se dijo.

             Empezó a poner en marcha este nuevo plan, el cual daba a su vez un nuevo significado a su vida. De repente pensó que si iba a irse tan lejos durante tanto tiempo (o tal vez para siempre), debía despedirse de sus seres más queridos. Y para hacerlo no quiso hacer una fiesta grande y ostentosa (eso era algo típico en él y él ya no era el de antes). Decidió hacer una pequeña barbacoa familiar. Era el mejor modo de estar en contacto directo con sus seres queridos.

             Pasaron las semanas y llegó el día de la despedida. Michael estaba entusiasmado por el viaje y encantado de ver a sus familiares y amigos. De repente empezaron a llegar más y más invitados, y lo que iba a ser una pequeña barbacoa se convirtió en una aglomeración de gente que le hizo estremecerse. Buscando un poco de aire y tranquilidad Michael subió a la última planta de su gran casa. Se asomó al balcón y respiró profundamente. Cuando sintió que ya tenía oxígeno suficiente en sus pulmones se adentró en una pequeña habitación violeta de aquella planta que le fascinaba, y cuál fue su asombro cuando encontró un bebé durmiendo plácidamente en la alcoba de aquella encantadora habitación. Lo miró con atención y cayó en la cuenta de que era un hijo de uno de los invitados a su barbacoa (o más bien de uno de los que no había sido invitado y sin saber bien cómo se había colado en su casa).

             Entonces y muy a su pesar tuvo que rendirse a la indiscutible realidad: aquella fiesta se le había escapado de las manos y ahora tendría que atender a sus cientos de invitados y dejar de huir. Decidió bajar al jardín y en su piscina encontró a un niño al que no conocía y que estaba jugando con unos pequeños barcos que eran de su propiedad. Michael adoraba aquellos pequeños barquitos que significaban mucho para él, y de repente se encontró a sí mismo gritándole a aquel chiquillo para que dejara de toquetear sus barcos. Al acercarse a él cayó en la cuenta de que era el hijo de la infanta Elena, al que había conocido durante una de sus estancias en España. Comenzaron a hablar (ahora de forma más calmada) y el niño le explicó que conocía el manejo de los barcos de vela. A Michael le entusiasmó la energía y las ganas de vivir y explorar el mundo de aquel crío llamado Juan.

             Pasaron las horas y cuando Michael se dio cuenta la mayoría de los invitados ya se habían ido a casa. Había pasado horas y horas teniendo una conversación tremendamente interesante con aquel crío. Definitivamente Michael había llegado a una conclusión: Juan tenía que acompañarle en su gran expedición.

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